No
todos los biocombustibles
son
iguales. Los hay que tienen muy mala prensa porque compiten por los
recursos naturales –la tierra, el agua...– con el
cometido esencial de la agricultura:
proveer de alimentos a la población y al ganado. Los carburantes
llamados tradicionales o clásicos, los que proceden de cultivos como
el maíz, el trigo, la soja o la remolacha son los que hoy
ha decidido limitar la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento
Europeo.
El acuerdo con los Estados miembros supone limitar a un máximo del
7% los agrocombustibles tradicionales que se usen en el transporte
hasta 2020.
Los
europarlamentarios pretenden fomentar así el uso de fuentes
alternativas de combustible,
como determinados
tipos de residuos agrícolas o los cultivos de algas.
La
Unión Europea tiene establecido un objetivo para 2020 según
el cual el 10% de los combustibles utilizados en el transporte deben
proceder de fuentes renovables (el
objetivo general es del 20% de renovables sobre el consumo total de
energía).
En 2013 la Comisión empezó a plantearse la posibilidad de
establecer, dentro de ese 10%, un límite a los de primera
generación, los que proceden de cultivos alimentarios. En principio
se pensó en un 5%.
Los
eurodiputados apoyaron este martes por 51 votos a favor, 12 en contra
y una abstención la propuesta del 7%, que se votará en el pleno del
27 al 30 de abril en Estrasburgo y que los Estados miembros deberán
cumplir en 2017. "Era un gran desafío y no hemos conseguido
todo lo que pretendíamos. Existe mucha variación entre países por
sus diferentes capacidades para producir biocombustibles de última
generación. Algunos están más dispuestos que otros a fomentarlos",
señaló el ponente de la propuesta, el finlandés Nils Torvalds
(ALDE).
Fuente: El País
Las
organizaciones ecologistas acogieron con cautela el voto. El
porcentaje les parece excesivo, pero valoran el mensaje que hay
detrás. "Este es el principio del fin de los biocombustibles de
primera generación. Europa los está limitando porque ya no podemos
permitir que formen parte de nuestro futuro, ni desde un punto de
vista climático, ni medioambiental ni social", señaló Trees
Robijns, experta en agricultura y bioenergía de BirdLife
Europe.
Robijns destaca otro punto del acuerdo votado: "Por primera vez
todas las emisiones, tanto las directas como las indirectas, tendrán
que registrarse, de forma que los europeos vamos a ser conscientes
del impacto de los biocombustibles".
"Este
acuerdo es mucho más débil que la propuesta original de la
Comisión", señala también Pietro Caloprisco, de la ONG
Transport & Environment. Insiste en que "estos
biocombustibles no tienen futuro" en la UE. "Si queremos
conseguir la reducción del 60% en la emisión de gases de efecto
invernadero en 2050, la UE tiene que fomentar la eficiencia y
facilitar la instalación de tecnologías bajas en carbono, como la
electricidad renovable", añade.
Fuente: El País
Fuente: El País
Las organizaciones ecologistas acogieron con cautela el voto. El porcentaje les parece excesivo, pero valoran el mensaje que hay detrás. "Este es el principio del fin de los biocombustibles de primera generación. Europa los está limitando porque ya no podemos permitir que formen parte de nuestro futuro, ni desde un punto de vista climático, ni medioambiental ni social", señaló Trees Robijns, experta en agricultura y bioenergía de BirdLife Europe. Robijns destaca otro punto del acuerdo votado: "Por primera vez todas las emisiones, tanto las directas como las indirectas, tendrán que registrarse, de forma que los europeos vamos a ser conscientes del impacto de los biocombustibles".
No hay comentarios:
Publicar un comentario